Por una tarde, una sala del museo se transforma en un teatro contemporáneo, dotado de su coeva para los espectadores que, desde el principio, permanecen atrapados en un religioso silencio; un teatro dotado de su escena, simple e esencial, es decir de sólo cuatro reflectores que iluminan exclusivamente el espacio escénico sin ninguna modulación cromática; también hay un bastidor oscuro. Entorno, solo el vacio e el silencio. En la tarima hay dos actores, una mujer y un hombre. Dos papeles.
Empezamos entonces desde el título de la pieza de Natxo Montero, “Carni di prima Qualità”.
Parece que hay una estrecha relación entre los elementos utilizados en la obra. Esa misma, de hecho, va desde las técnicas de la improvisación teatral hasta las musicales; toca conceptos como la carne, el rol, el poder.
Todo està unido bajo el titulo Carni di prima Qualità, precisamente.
Tambien nosotros espectadores, tenemos que improvisar, es decir adoptar los mismos elementos que han usado los artistas e imaginar, jugar, dar un significado a todo el palimpsesto. Eso para que cada elementos se enriquece con los otros, encontrando así su proprio significado.
Actores entonces, una mujer e un hombre y no viene al caso, están desnudos: nos muestran sus cuerpos, sus músculos. Sí porque la carne, generalmente, se refiere a la parte externa del cuerpo, a lo que es visible; es la parte que nos permite tener una relación más cercana y directa con el mundo. Además, el hombre se nutre de carne!
Pues, aquí, lo masculino y lo femenino de la pieza se encuentran para chocarse, tocarse, acariciarse, para golpearse. Ellos se mantienen unidos en un fuerte abrazo y, después, se echan al suelo. Empiezan entonces de nuevo a buscarse, cambiando ligeramente las medidas y los movimientos. Se alejan para perseguirse.
El cuerpo, los músculos, esta carne, se convierte en la protagonista de nuestra atención y la observamos cuando enrojece por los golpes a los cuales está sometida. También sentimos el dolor, sea físico u moral. Un dolor ligado al alejamiento y, luego otra vez, a la búsqueda del otro sexo. Sentimos el dolor provocado por el golpe, violento y brutal que ellos se dan. También sentimos la fuerza de la atracción.
Dos personas, dos sexos, dos papeles que se mueven en uno espacio escénico, el teatro precisamente. Roles, un termino que nos da bien la idea de la parte que cada uno recita en la escena de la vida como la de la sociedad en relación al mundo. Rol, que significa también rueda, disco, una “cosa” que gira entonces, una cosa que se mueve, que cambia. Nosotros estamos en un teatro y, los protagonistas, juegan sus roles, los hacen girar, los cambian, los van a poner en discusión. Y, para ponerse en discusión necesitamos de uno estrés emotivo y físico, necesitamos de un trauma, necesitamos de una ruptura provocada por un choque, por un golpe. Necesitamos hacernos mal.
En el juego de los papeles también está analizada la relación del poder que, por lo general, está delegado en el hombre, con sus músculos y su violencia.
Hablamos de aquel poder que también se manifiesta en las relaciones entre hombre y mujer, del poder que significa fuerza, es decir la capacidad de afirmar la propia voluntad, la capacidad de afirmar el propio ser. La protagonista de la pieza reivindica la identidad femenina y usa sus músculos, su carne para hacerse espacio en la relación social.
El mensaje contenido en “Carni di Prima Qualitá” empieza entonces a tomar forma en nuestra percepción, ocupa un espacio, lo teatral, y recorre un tiempo, es decir la historia de nuestra cultura.
El tema representado identifica muy bien con las técnicas teatrales usadas por Natxo Montero. Se nota claramente la improvisación o, mejor dicho, el match de improvisación, es decir un particular genero de teatro que combina las técnicas de la improvisación con las reglas de un encuentro deportivo.
Una improvisación entonces, una puesta en escena del “aquí y ahora”, dependiendo de las sensaciones y de las emociones del actor, dependiendo de su interacción con el publico.
Una improvisación donde todos los ruidos y las miradas que cruzamos con ellos se convierten en la armonía, el ritmo y la melodía que forman parte de la partitura de la obra que estamos observando.
Barbara Bacconi
Art Curator
ARTIUM , Vitoria-Gasteiz 2011
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